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CAPRICHOS PROHIBITIVOS

Las peticiones más locas de los millonarios que demuestran que, muchas veces, cualquier cosa es posible con dinero

¿Te imaginas tener a alguien que llene tu bañera de champán francés? ¿Y cambiar todo el mobiliario de un apartamento en el que vas a estar solo una semana? O conseguir esas zapatillas de edición limitada imposibles de conseguir…

Algunos de los caprichos de los millonarios son, para el resto de los mortales, una ruptura de cualquier límite de lo común y convencional, toda una extravagancia.

Te contamos cuáles son las peticiones más locas que los millonarios hacen cuando viajan… y también las más locas.

Los hay que creen que con dinero se compra todo. Por eso recurren a agencias de conserjes especializadas en millonarios, para que les consigan todo lo que sus fondos puedan pagar y más allá. Como aquella señora que pidió de madrugada al encargado de la villa en la que se alojaba en la isla caribeña de San Bartolomé que parara el viento ahí fuera porque no le dejaba dormir.

Muchos de los clientes de la empresa de eventos Events of Excellence alcanzan en jet privado La Nava del Barranco, una exclusiva finca de caza a pocos kilómetros de Valdepeñas (Ciudad Real) donde se han alojado Carolina de Mónaco y la Jequesa de Catar, entre otros vip. Hasta ahí, nada escandaloso. Pero Greta Thunberg se tiraría de los pelos si supiera que algunos aterrizan allí su aeroplano seguido de otro jet más pequeño… en el que viaja su perro.

“Nuestros clientes necesitan cosas que pueden parecer increíbles, imposibles e incluso extravagantes. Pero el trabajo de un asistente personal es estar pendiente de sus más mínimas necesidades. Son esenciales el ingenio, la imaginación y la dedicación”, dice Lourdes Carbó, fundadora y directora de Alberta La Grup, que se dedica a estos menesteres.

¿Cuáles son esas necesidades? ¿Cuáles son algunas de las peticiones locas que hacen los millonarios? Para unos asiduos de esta agencia, unos mantecados cubiertos de chocolate que solo se hallan en una tienda de Barcelona y que les encanta degustar cuando suben a su casa en la montaña, en la Cerdaña catalana. “Habían ido al establecimiento a por ellos, pero estaba cerrado por reforma. Entonces contactamos con la tienda y conseguimos convencerles: el propietario abrió el local y pudimos conseguir los mantecados. Los llevamos al día siguiente en coche a Puigcerdá”.

En agencias como Alberta La Grup han parado aviones en la pista de despegue porque sus clientes no llegaban a tiempo. Y han conseguido bolsos de Hermès y zapatos de Chanel agotados, mesas en restaurantes completos y entradas a conciertos que han colgado el cartel de todo vendido. Lo han hecho a base de insistir, de miles de llamadas, de recurrir a contactos.

Lo más habitual es que inunden el apartamento de la amada del cliente con miles de rosas y velas para una pedida de mano, o que llenen bañeras con champán en pocos minutos y que alquilen jets, villas, yates y espectáculos privados para terceros.

¿Y cuánto cuestan las peticiones más locas de los millonarios? Hay empresas como Alizée Lifestyle, con base en Barcelona y en Ibiza, que establecen tarifas fijas semanales, mensuales (de unos 250 euros si el cliente es local) y anuales. Otra opción es pagar por servicio. En ese caso, los proveedores involucrados abonarán una comisión a la agencia por elegirles.

El pasado verano, a un cliente norteamericano le ayudaron a trasladar en un coche alquilado una obra de arte de una galería de Londres a Barcelona porque no quería echar mano del sistema de transporte de la galería. Fueron 15 horas de trayecto, y la broma le salió por 15.000 euros. Así se las gastan los ricos.

La parisina Audrey-Alizée Sicot, fundadora de Alizée Lifestyle, recuerda que cuando colaboraba con una empresa de concierges en Nueva York hace años logró cerrar parte de la Gran Muralla china y montar allí una cena para una pareja en su luna de miel. Pero las peticiones más comunes que le formulan tienen que ver con el alquiler de barcos de lujo: “Los clientes de Arabia Saudí suelen alquilan un yate para ellos y otro más pequeño, que navega al lado, para sus trabajadores (cocineros, asistentes personales, traductores, financieros…), que viven casi como sus jefes”, dice Sicot.

En Ibiza, destino de excesos, le requieren con mucha asiduidad que les proporcione un champán de una bodega francesa que no se encuentra en la isla. “A veces nos piden cambiar la decoración de la villa en la que se alojan, aunque sea para una semana. El asistente personal del cliente nos dice lo que hay que modificar con las fotos de la casa en la mano”, continúa Sicot.

“El pasado verano, una mujer que alquiló una quiso comprar una cuna nueva, un nuevo colchón, un horno nuevo y hasta sartenes nuevas. Cuando se fue, después de tres semanas, lo dejó todo allí. Y antes de llegar me había enviado una lista de la compra muy detallada para llenarle la nevera: 150 gr de pechuga de pavo de tal marca, etcétera. También recuerdo al cliente que le organizó a su hijo de 8 años un cumpleaños loco: exigió un jetski para colocarlo en su piscina y un aparato de flyboard; cogió al niño en brazos y ambos volaron sobre la piscina”.

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