El Arte de Vivir Hoy

(English follows….)

por Elena Castelló | 15 Septiembre 2019

«Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar. Descansar, es empezar a morir». Gregorio Marañón

El arte de disponer los alimentos, de seleccionarlos, de presentarlos. El arte de preparar una mesa y de recibir a los que van a sentarse alrededor de ella. Estas son algunas de las cosas que identificamos como arte de vivir. Tienen que ver con una actitud de entrega al placer sencillo que nos hace disfrutar de una comida, al disfrute de la compañía de aquellos que recibimos en nuestra mesa, al bienestar que provoca una conversación que agudiza nuestra percepción de las cosas y nuestra inteligencia. Es la ceremonia que nos hace recordar la primera vez que recibimos en nuestra casa, la tradición de anfitriones que llevamos en nuestra memoria y que nos trasmitieron nuestros padres y a ellos los suyos.

El arte de vivir atesora toda la sabiduría acumulada en nuestra cultura que nos permite disfrutar, entender, vivir.

Este arte, que es una sabiduría, nos proporciona bienestar, tranquilidad, equilibrio, alegría. ¿Pero es todo ello lo esencial de nuestra felicidad? ¿Lo es la belleza? ¿Lo son la salud, el bienestar? Es más, ¿es nuestro objetivo ser felices o ser sabios?

¿Qué dice el arte de vivir que nos han transmitido nuestros ancestros? Lo que nos dice es que es difícil separar sabiduría y belleza, placer y cocimiento. Para los filósofos antiguos son dos caras de la misma moneda: nos enseñaron que no se puede ser feliz sin ser sabio ni sabio sin ser feliz. Así se ha conformado el arte de vivir en Occidente: es un disfrute de los sentidos, pero también del intelecto, una ética de vivir en la que ambos aspectos de nuestra alma van unidos.

Por eso, los elementos que conforman un arte de vivir tienen también una ética. En nuestro mundo, heredero del Cristianismo y el Helenismo, ambos surgidos en el mar Mediterráneo, el arte de vivir está relacionado con el fruto de los sentidos, que es una de las formas en que se manifiesta la divinidad. Celebramos los alimentos que nos da la tierra, el agua, las frutas, las hierbas que deleitan y curan. Apreciamos la luz y su forma de cambiar a lo largo del día, la caricia del sol, el mensaje del viento, el silencio. La armonía de la naturaleza, el esplendor de la tierra. Y lo celebramos en familia con el vino y el pan. Disfrutar tiene para nosotros también un significado religioso. Recibir a nuestros invitados tiene, en nuestra cultura, el significado de concelebrar.

Con el paso de los años, sin embargo, esa armonía de la vida se ha ido rompiendo, ha ido disminuyendo, y ha quedado reducida a lugares escondidos, de los que es cada vez más difícil disfrutar. Lo que un día fue el tesoro de todo ser humano sobre la tierra, hoy parece vedado al acceso de unos pocos. Por eso, esa simplicidad es el nuevo lujo. El tiempo, el aire claro, la naturaleza.

Sin embargo, disfrutar no es siempre fácil, muchas personas no saben muy bien cómo hacerlo. En un mundo que se mueve a gran velocidad, donde prima la inmediatez, cuesta cambiar el ritmo, aprender a esperar, entender que las cosas tienen su tempo. Y no siempre sabemos bajarnos del automóvil de la civilización contemporánea lanzado a toda velocidad. Por eso es algo que también hay que aprender.

Este es el arte de vivir de nuestro tiempo: aprender a recuperar el legado de nuestros dioses de la naturaleza, encontrar el tiempo para disfrutarlo.

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The Art Of Living Today

“Living isn’t simply existing, but existing and creating, knowing both how to enjoy and suffer, and to not sleep without dreaming. To rest, it to start to die.”

Gregorio Marañón

The art of providing food, selecting it, and presenting it. The art of preparing a table and greeting those who will sit around it. These are just some of the things we identify as the art of living. One must see, with a determined attitude, the simple pleasures that make us enjoy a meal, enjoy the company that we have at our table and also the wellbeing which provokes the conversations that sharpen our perception of things and our intelligence. It’s a ceremony that makes us remember the first time that we greeted people in our house; the tradition of hosting that we carry in our memory and what was passed down to us from our parents, and to them from theirs.

This art, which is wisdom, provides us with wellbeing, peace of mind, balance and happiness. But is all of this essential for our happiness?

What does the art of living of our ancestors say?

What it tells us is that, it’s difficult to separate wisdom, beauty, pleasure and knowledge. The old philosophers teach us that there are two sides to the same coin: you can’t be happy without wisdom, and you can’t be wise without happiness. This is how the Western art of living has been shaped. It’s an enjoyment of feelings, but also of intellect; an ethic of living in which both aspects of our soul go hand in hand.

Therefore, the elements that make up the art of living, also make up an ethic. In our world, heir to Christianity and Hellenism, both born in the Mediterranean Sea, the art of living, relates to the ‘fruit of the senses’, one of the ways in which divinity manifests itself. We celebrate the foods of the land, the water, fruits, and herbs that delight and heal. We appreciate the light and the way it changes through the day, the warmth of the sun, the message of the wind, and the silence. The harmony of nature and the glory of the earth. And we celebrate as a family with wine and bread. Celebrating for us, also has religious significance. Hosting guests, in our culture, also has the significance of concelebration.

Over the years however, the harmony of life has been broken, diminished, and reduced to hidden places, therefore becoming increasingly more difficult to enjoy. What was once the treasure of every human being, today seems forbidden and only for the access of very few. Therefore, simplicity is the new luxury; Time, clear air and nature. However, it isn’t always simple to enjoy it, many people don’t know how to do it well. In a world that moves at a great pace, where immediacy prevails, it is difficult to change the rhythm, learn how to wait and understand that things take time. And we don’t always know how to get out of the vehicle of contemporary civilization, launched at full speed.

Therefore, this is something that we must also learn. This is the art of living of our time: learning to recover the legacy of our gods’ nature and finding the time to enjoy it.

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